Aquiles Nazoa dejó plasmada en su célebre Credo la naturaleza hechizante del arte musical. En este manifiesto a la capacidad creadora y evocadora del ser humano, confesaba que la Pavana Op.50 de Gabriel Fauré producía tal influjo en él que era capaz de transformar en dulzura las rabias, angustias y consternaciones albergadas en su alma.
Amaba la música de tradición escrita, mal llamada clásica. La amaba y la estudiaba con la erudición cultivada en su mente como producto de la maravillosa conjunción de dos de sus máximas virtudes, la curiosidad y la sensibilidad. Este conocimiento lo deja plasmado en una serie de volúmenes editados por el sello Círculo Musical (de Aldemaro Romero) a los que modestamente denominó La Historia de la Música Contada por un Oyente. También dedicó hermosas obras líricas a grandes compositores como Mozart, Beethoven, Debussy, Saint Saëns, además del ya citado Fauré.
El difícil arte de la sencillez
En su programa de televisión Las Cosas Más Sencillas contaba Aquiles, en aquel entonces, con un joven compositor y pianista para las intervenciones musicales, se trataba del, hoy prestigioso, maestro Juan Carlos Núñez a quién trataba como un hijo. Con Núñez, y a la manera de un hermoso juego, escribió una canción que forma parte de esa obra maestra de la ternura y el encanto titulada La Vida Privada de las Muñecas de Trapo. Núñez será también el autor de la música de otra hermosa canción escrita por Aquiles para su guión televisivo Aviso Luminoso. Se trata de Niño y Estrella de la cual sólo existe un bello registro hecho por Soledad Bravo.
En Las Cosas más Sencillas también se escucharon las notas de Niño Nocturno, canción cuya música le correspondió realizar a un joven, Rafael Salazar. Pero no sólo con estas dos promesas trabajó Aquiles para la creación de hermosas canciones. Ya en los años 50, siendo el libretista encargado de adaptar para el cine la novela de Guillermo Meneses La Balandra Isabel llegó esta tarde, surgió de su pluma y del ingenio musical del maestro Eduardo Serrano (autor de obras antológicas del repertorio popular venezolano como Barlovento, San Juan to’ lo tiene y Negra, la quiero) una joya del género más delicado de nuestra música como lo es la canción sentimental. Se trata de la Canción de Esperanza de la cual existe una hermosa versión interpretada por Ofelia Ramón con la orquesta dirigida por el propio maestro Serrano.
Con amigos así…
Con Antonio Lauro escribió Aquiles, para el Ministerio de Educación, unos deliciosos Saludos Escolares que cantábamos, en mis tiempos de escuela primaria, al iniciar y al finalizar la jornada diaria. A Antonio Estévez le dedicó el Polo Doliente y éste realizó una obra maestra con el poema. Se trata de una suerte de variaciones sobre el tema del polo. Dada la temática, la obra inicia en una atmósfera sombría, lúgubre hasta que paulatinamente va asomando los motivos del polo tradicional enfrentados al trágico destino del personaje. Sin duda alguna una de las obras cumbres del autor de la célebre Cantata Criolla. Del Polo Doliente hay una versión popular interpretada desde el arraigo por Gualberto Ibarreto. También el grupo chileno Inti Illimani le rinde homenaje a Aquiles con su versión de esta obra.
La amistad, esa que el propio Aquiles cultivó como el invento más bello del hombre, tuvo frutos musicales luminosos y eternos. Con Estévez esa amistad originó el Polo Doliente. De igual manera, la amistad con Simón Díaz engendró El loco Juan Carabina, obra que tiene la estructura de una estampida medieval, un género que se caracteriza porque cada verso inicia con una música distinta pero con un final común. Conocida es la anécdota respecto al proceso de creación de esta obra y a la manera cómo celebraron ambos creadores cuando Simón se la presentó a Aquiles. Una imagen perfecta de ese bello invento que es la amistad.
También es producto de la amistad la música compuesta por Alecia Castillo para la obra El Espantapájaros y grabada en un disco con la Coral Infantil de Valencia. De los afectos entrañables del poeta, es Alecia, autora, junto a Lutecia Adams, de una hermosísima obra teatral dedicada a Aquiles y estrenada por el Grupo El Chichón bajo la dirección de Armando Carías. Los poderes creadores del pueblo también suenan a Aquiles
Otros autores se inspiraron en la poesía de Aquiles para escribir hermosas melodías. En esos casos hablamos no de un trabajo en conjunto con el autor, tal como ocurrió con las obras que he citado, sino de creaciones posteriores. Desde aguinaldos y canciones infantiles como El retablillo de Navidad y A la una, ambas de Iván Pérez Rossi, hasta una ópera Los Martirios de Colón de Federico Ruíz, pasando por La Historia de un caballo que era bien bonito de René Rojas, Bolívar en un libro de lectura cantado por Lilia Vera con música de la décima zuliana y El último pandehornero, merengue de Omar Acosta grabado por Fabiola José. Xulio Formoso también trabajó musicalmente poemas de Aquiles Nazoa, así como Luis Salvador Feo La Cruz y nuestra querida Cecilia Todd, quien hizo un son lleno de sugerentes giros melódicos con el poema Las Lombricitas.
Con la música popular mantuvo Aquiles un vínculo que, de acuerdo a la calidad de la obra podía ser de amor o de odio. Era implacable con la música comercial y no dejó de lanzar sus dardos mordaces en muchos de sus poemas humorísticos. Amaba la música tradicional venezolana siendo defensor irrestricto del aguinaldo por encima de la gaita zuliana, género cuya versión contaminada por la industria del entretenimiento, fue duramente criticada por el poeta responsabilizándola del fin de la tradición aguinaldera venezolana. También se dice que fue él quien recopiló en sus viajes por el país, algunos temas tradicionales como El periquito y El caimán los cuales fueron grabados por su esposa María Laprea en un disco dedicado a la música popular venezolana de la serie del Cuatricentenario de Caracas, Círculo Musical (1967). Y aún está por aclararse si los versos de la malagueña que inicia con Pusieron preso a tu marido Guillermina son de él o sólo los recopiló.
Mención aparte merece el tema de la música bailable en la obra de Aquiles Nazoa. Sobre todo su poesía humorística y su Teatro para leer están llenos de citas de piezas que fueron populares en su momento, convirtiéndose de esta manera en testigo y fuente para la investigación de este género musical y su impacto en la sociedad venezolana. Pero ese será el tema de un próximo trabajo. Porque, sin duda, con Aquiles Nazoa, resulta irresistible caer bajo el sortilegio de la música.
IGNACIO BARRETO
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